Hace ya mas de 20 años que el entonces Departamento de Física Aplicada e Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Huelva me encomendó la tarea de preparar una nueva materia para los estudiantes de Ciencias Ambientales denominada “Radiactividad y Protección Radiológica Ambiental”.

Sabía que en el aula tendría a una buena proporción de furibundos defensores del Medio Ambiente, auténticos activistas contra todo lo que sonara a “nuclear”. Reconozco que entonces sudé tinta, de la buena, para preparar el tema de fuentes artificiales de radiación ionizante, porque ello suponía hablar del ciclo del combustible nuclear y dar datos a buen seguro sorprendentemente positivos para los alumnos.

Pero las relaciones humanas dan sorpresas. Agradables, como fue en este caso. Me explico. Uno de los compañeros de Administración y Servicios del Campus donde trabajaba, conocedor de que estaba enfrascado en estas lides académicas, me sugiere contactar con su hermano. Éste trabajaba (y trabaja) desde hace años en la Central Nuclear de Almaraz.

Dicho y hecho. A los pocos meses, un autobús con algo mas de 40 marineros onubenses se embarcó rumbo al norte de Cáceres para visitar la planta. De la acogida que nos prestó (y aún presta) el ingeniero Carlos Díaz Arroyo sólo puedo hablar maravillas. Pero, si acaso, lo mas impactante de aquellas primeras visitas fue observar la metamorfosis del alumnado. El conocimiento in situ de que en materia de energía nuclear se hace un trabajo serio, riguroso, generador de conocimiento de primer orden supuso para muchos alumnos modificar su perspectiva, su sistema de referencia. Ahora se encontraba alejado de dogmatismos e ideas preconcebidas, aunque no exentas de críticas razonables (alguien preguntó por el flujo de agua caliente al río Tajo y hoy es una de las medidas correctoras que se han instalado en el entorno de la planta).

La formación en materia nuclear es esencial en nuestras universidades. Tanto desde el punto de vista básico, propio de la Física en la que me formé, como del tecnológico. Florecen en nuestros centros materias relacionadas con la producción sostenible de energía y la fisión nuclear debe ser parte activa de ellas. Paralelalmente, el tratar de alejar el componente nuclear del mix energético del país es, a mi modo de ver, un error de consecuencias hoy incalculables.

Por ello, iniciativas como la de la ENRESA-UCO en la formación de especialistas en Residuos Radiactivos, parte fundamental del ciclo del combustible nuclear, debe ser y es aplaudida con fuerza. Las promociones que vayan saliendo de las aulas cordobesas irán sumando potencial humano capaz de tomar decisiones en algunos campos que, a la postre, pueden mitigar y, por que no, alejar el error que antes mencionaba. De ahí que felicite afectuosamente a los compañeros por haber emprendido esta aventura y, a la vez, que agradezca formar parte de ella. En estos meses he tenido la oportunidad de tutorizar a algunos estudiantes y los resultados han sido mayoritariamente muy positivos. Seguid así. Saludos marineros y nos volveremos a encontrar en este espacio.